sábado, 4 de diciembre de 2010

Volver a la infancia

Las palabras nos seducen,
Los hechos nos consumen,
El tiempo nos decepciona....
Y el presente nos devuelve a nuestra esencia,
Esencia que es  paz y es dulzura,
Donde las culpas y el temor se disuelven,
Donde la sonrisa a la infancia nos devuelve,
Que plena, simple, llana y juguetona...
Explora la alegría que la envuelve,
Y....que al verse reflejada en la mirada,
Descubre en el amor su diáfana morada.


Gustavo

Cuadro de Joaquín Sorolla y Bastida
Valencia, España, 1863-1923.

Poetas de raza

Gelman y Gamoneda, en un duelo de poesía

Autor: Sonia Sierra
Fuente: el Universal 4 dic 2010




GUADALAJARA.— La poesía y la confrontación de sus realidades, a partir de la palabra, los hermana. Antonio Gamoneda y Juan Gelman(en 2006 y 2007) , poetas, premios Cervantes, incrédulos de las generaciones y autores de una obra cargada de autenticidad, compartieron la mesa en un diálogo sobre sus poesías, la noche de ayer en Guadalajara.


No soy un gran poeta -contradijo el argentino Gelman al moderador de la mesa Antonio Colinas, para agregar luego-: soy un poeta mayor, acabo de cumplir 80 y me consuela el tango: si 20 años no es nada, cuatro veces 20 años son cuatro nadas.


Yo, sin embargo, soy un poeta menor -replicó el español, para cerrar con la cómplice risa del público-: me faltan seis meses para cumplir 80.


Gamoneda se describió como poeta provinciano ajeno a grupos y dijo que había dos especies de poetas, los que lo son por capacidad cultural, por devoción a la poesía, y los de otra especie que son poetas de raza, que no pueden ser otra cosa, y a esta especie pertenece Gelman, concluyó.


Por su parte, Geman dijo que Gamoneda pertenece a esa raza de poetas que acababa de definir: lo que Antonio explora son las ambigüedades de la razón. Entonces, tomó un libro para leer Tristes metales, poema de Antonio Gamoneda. A partir de allí, Gamoneda y Gelman compartieron otros de sus poemas con el público, algunos que incluso no estaba terminados.


Antonio Colinas describió tanto a Gelman como a Gamoneda como poetas cuyas obras suponen un afán por ir más allá con las palabras, sin renunciar a la realidad con que sus ojos han convivido.