¡¿Que son para mi estas serpientes?!
¿que desdichadas se arrastran sin patas,
y sólo tienen por armadura sus dientes?
¿que hay de aquel miedo que ata?
Yo vengo con la valentía que desata,
y libera los miedos escondidos,
quemándolos en más de una fogata,
y ardiendo en mi pecho encendido.
No me asusta tu grandeza,
ni tu camuflaje escondido
ni tu traicionera vileza,
con la que al mundo has ofendido.
He venido a darte muerte,
y a cortarte esa enorme cabeza,
que tirando mi lanza a la suerte,
he cumplido con mi promesa
Gustavo
Pintura de George Sheringham
jueves, 2 de diciembre de 2010
Las lunas de otoño
De estas palidas lunas de otoño,
Languidecen las miradas vespertinas,
Que en su furtiva búsqueda,
Encuentran solo desencanto,
Y es tan solo el viento con la hojarasca,
La que se lleva los recuerdos de decenas
De primaveras,
Pero la Luna nunca cambia,
Aunque su luz no le pertenece,
El oro y la plata la envidian,
Pues nunca tanta luz,
Ilumino tantas almas
Gustavo

De estas palidas lunas de otoño,
Languidecen las miradas vespertinas,
Que en su furtiva búsqueda,
Encuentran solo desencanto,
Y es tan solo el viento con la hojarasca,
La que se lleva los recuerdos de decenas
De primaveras,
Pero la Luna nunca cambia,
Aunque su luz no le pertenece,
El oro y la plata la envidian,
Pues nunca tanta luz,
Ilumino tantas almas
Gustavo

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